Para Cooperativa NewDev, ha sido fundamental aprender sobre cooperativismo desde la experiencia Argentina. Hace dos años, tomamos contacto con compañeres del país vecino, quienes desde el primer momento nos ofrecieron su apoyo para fortalecer nuestro proyecto. En este camino de amistad y solidaridad, uno de sus hitos principales, fue la invitación que nos realizaron en diciembre de 2022, para participar en Villa La Angostura, del plenario de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC), organización que agrupa a diversas cooperativas distribuidas en distintas zonas del país y a numerosos profesionales provenientes de diversas disciplinas. En esa instancia, tuvimos la posibilidad de compartir con compañeres cooperativistas, que nos mostraron sus acciones y lineas de trabajo, mediante dos días de jornadas de plenarios en los que se realizaron charlas y debates en torno a las ideas que surgieron en ellas.

Además de conocer el trabajo que hoy se realiza en el vecino país en el ámbito del cooperativismo, pudimos percatarnos de la larga y nutrida historia por la que ha transitado su modelo. Sus orígenes, al igual que en el resto de los países de la región, se remontan a fines del siglo XIX, producto de las ideas transportadas por inmigrantes europeos que vieron en el cooperativismo, una experiencia solidaria de sobrevivencia laboral, económica y de seguridad para los trabajadores, que además, era impulsada por organizaciones sociales, sindicales y mutuales.

De acuerdo a Montes y Ressel (2003), es posible distinguir dos etapas en la historia del cooperativismo argentino. La primera, desde fines del siglo XIX hasta 1926, y la segunda desde 1926 a la actualidad. Durante la primera fase y hasta el año 1900¹, se estima que se crearon alrededor de cincuenta y seis empresas cooperativas, destacando entre ellas la Sociedad Cooperativa de Producción y Consumo de Buenos Aires (1875), la Compañía Mercantil de Chubut (1885) y el Banco Popular Argentino (1887). Estas primeras organizaciones fueron esenciales para consolidar el modelo, aunque experimentaron dificultades propias de la época como la desinformación en relación a la organización interna. Durante este periodo también, se difundieron en Argentina las ideas de pensadores representativos del cooperativismo, como Nicolás Repetto, Juan B. Justo y de Alicia Moreau de Justo², quien defendió la inclusión de la mujer en empresas cooperativas, así como la igualdad en el trato con los hombres.

El año 1926 marca un hito clave, con la creación de la Ley 11.388, que aprobó el régimen jurídico de las sociedades cooperativas. A partir de ahí, las empresas cooperativas se multiplicaron y ampliaron sus áreas de interés, llegando a servicios de luz, agua y comunicaciones, como también al ámbito del agro. Asimismo, se crearon las primeras confederaciones, Coninagro (Confederación Intercooperativa Agropecuaria Cooperativa Limitada) en 1956 y Cooperar (Confederación Cooperativa de la República Argentina Limitada) en 1962.

A partir de la década de 1970, el cooperativismo argentino experimenta diversas fases e hitos significativos, como la Ley de Cooperativas N.º 20.337 de 1973 – que rige actualmente -; el notorio estancamiento del área producto de los golpes de Estado en el propio país y en los pares latinoamericanos; el posterior florecimiento en la década de 1980, con la instalación de numerosas cooperativas de vivienda y construcción y un nuevo ciclo de inestabilidad en los años noventa, producto de la implantación del neoliberalismo y la consecuente crisis económica que generó altas tasas de desempleo.

Pese a las dificultades propias de la economía local e internacional, el modelo cooperativo continuó fortaleciendo sus bases. En este sentido, el año 2000, se reestructuró el entonces Instituto Nacional de Acción Cooperativa (INAC) y pasó a denominarse Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Nacional (INAES), con vigencia en la actualidad.

Nos interesa destacar que durante los últimos años en Argentina, han aumentado notoriamente las denominadas cooperativas sociales, definidas como “una empresa privada sin fines de lucro destinada a la promoción humana y a la integración social de los ciudadanos”¹. Éstas empresas, que poseen una fuerte presencia en países como Italia y España, demuestran que el modelo cooperativo se puede llevar aún más allá, situando a la ayuda voluntaria como una acción social movilizadora que tiene por horizonte el interés general. Paulatinamente, el trabajo de ellas se ha ido visibilizando y reconociendo en las áreas de cuidados, integración socio- laboral y acompañamiento integral.

La experiencia Argentina nos muestra el camino hacia un cooperativismo fuerte y consolidado, capaz de sortear los obstáculos históricos, sociales y económicos y se ha reinventado y adaptado a los nuevos tiempos. Es ese el camino que nosotros también buscamos y que esperamos replicar en una versión sustentable y amable con los socios/as y con el entorno.

Escribimos esto desde el agradecimiento y desde las ganas de seguir colaborando y encontrando nuestros caminos en un modelo solidario que pese al límite de la cordillera, solo nos une y nos acerca en la voluntad de crear una sociedad mejor.